Aunque hace ya bastante tiempo desde que apareció como una tecnología revolucionaria, la cirugía ocular mediante láser LASIK (Laser-Assisted in Situ Keratomileusis) sigue dando cierto temor a quien tiene que recibirla (o sufrirla, según cómo se vea).
Para saber exactamente qué se está haciendo con el ojo implicado, entendamos de una forma rápida dos de los problemas más comunes en la vista: la miopía y la hipermetropía.
La miopía es el problema visual en el que la imagen se forma delante de la retina. La forma de solucionarlo es poniendo una lente divergente, con la que logramos trasladar esa imagen a la misma retina, tal y como podemos ver en el siguiente esquema:
El caso de la hipermetropía es justo el contrario. La imagen se formaría en un punto por detrás de la retina, por lo que para lograr trasladarla a su lugar correcto, nos hará falta una lente convergente.
Pues bien, sabiendo esto, ya conocemos los motivos por los que se realizan las operaciones oculares con láser. La única diferencia entre los pacientes que se han operado y los que llevan lentes de contacto o gafas, es que los primeros han “tallado” sus lentes en la propia córnea, mientras que los segundos las sitúan delante del ojo.
Veamos el proceso que se sigue con una operación de miopía:
¿Os parece aparatoso todo este proceso?
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